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lunes, 30 de abril de 2012

TIREX EL TIRANOSAURIO

Por esas extrañas cosas de la ciencia, los humanos lograron clonar un Tiranosaurio Rex, que mantenían oculto en unas oscuras instalaciones en quién sabe dónde. La naturaleza es indomable, al igual que los instintos. Fue cuestión de tiempo para que aquel animalejo lograra escapar. Y lo hizo, dejando a su paso sangre, terror y muerte, con un secreto a cuestas. Tirex, como había sido bautizado por sus cuidadores, poseía además del instinto asesino propio de su especie, una inteligencia superior. Claro, vivía entre desquiciados científicos. Por ello, era en extremo, letal. Abrióse paso mutilando con sus enorme mandíbula a cuanto humano se le cruzó por delante, sin compasión, sin piedad, sin arrepentimientos, casi disfrutando tremenda carnicería. Cuando a metros del cerco que le separaba de su libertad estuvo; su creador le ordenó detenerse. Le observó con sus enormes e intimidantes ojos; emitió un rugido ensordecedor lleno de rabia, y se abalanzó sobre el enclenque humano. Lo destrozó. Ya libre, Tirex el Tiranosaurio se perdió entre el denso bosque que existía a las afueras del lugar donde era cautivo. Su odio por los humanos le consumía. Y donde estaba ahora, no había humanos. Pero pronto llegaría a una ciudad. “Humanos”, pensó.