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miércoles, 18 de enero de 2012

INCRÉDULO



Cansado, me dejé caer en aquel sillón buscando el confort del reposo. Suspiré, dos, tres veces y cubrí mis ojos con la mano. ¿Dónde estás? – Pensé, aún sabiendo la respuesta.

Quise en un momento marcar en el teléfono los memorizados dígitos, pero no me atreví y sólo me limité a imaginar.

Te vi junto a mí, abrazándome tiernamente culminando con tus labios sobre los míos junto a un "hola", y un "te amo".

Suspiré agotado, dos, tres veces, y luego sequé mis lágrimas. No estás, simplemente no estás. ¿Por qué? – Pensé, aún sabiendo la respuesta.

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